A la mujer de la dulce mirada.
Dirigiste solo una mirada.
Y abrazaste todo mi sentimiento.
Me entregaste tu alma y tu cuerpo.
Con tu voz sincera tierna con gracia.
Tu belleza siempre está en fiesta.
Y me besas siempre cuando me miras.
Y tu pecho acoge poesías mías.
Y yo dibujo atento tus manos bellas.
Y recorres patios y los jardines.
Con tu aroma gentil dulce de virgen.
A encontrar el sitio donde te dije.
Que te amaba siempre fiel y sin límites.
Buscaré tu rostro bello en tu pueblo.
Y en el aula amada de la maestría.
Buscaré tu voz amable en el silencio.
Y seré feliz cuando ya seas mía.
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