Gemir un
canto.
Y tus
manos arpas de melodías.
Que mis
hombros tocan en la comparsa.
Que en la
fiesta cruzan la caravana.
Con tu
ritmo alegre que no termina.
Que me
escriben versos con tus suspiros.
Que
señalan cantos indefinibles.
En la
cumbre nueva de tus sensibles.
Palpitares
hondos sin encubrirlos.
En tus
manos crecen mis ilusiones.
Si
comienzan danzas en tus pupilas.
Con la
rueda eterna que nos invita.
A gemir un
canto de corazones.
Y tus
manos hojas de cafetales.
Que me
graban fiestas de los aromas.
En las
tardes bellas que las adornas.
Con tus
cantos dulces primaverales.
Robert
Aníbal Sánchez Fajardo.