Mi pueblo Colón. En sus 100 años.
Como la vía láctea, como un camino de estrellas alumbrando.
Como un barco lleno de sueños anclado en el valle.
Un barco cuyo mástil tiene un Crucifijo Franciscano.
Desde donde su historia camina viva en heroicos detalles.
Su semblante humilde como una oración de la selva;
Los indígenas lo empezaron a tallar con fe sabia.
Luego aparecen sus colonos con la forja de sus recuas.
Haciendo caminos con sus caravanas acortando distancias.
Aparecen los trazos urbanos y sus chozas de bahareque.
La Iglesia emerge y dominicos y franciscanos aparecen.
Todos unidos como hermanos aportaban para su gente.
Y el pueblo elige el campo y la cultura como ruta urgente.
Vienen los años veinte y nos visitan gitanos comerciantes.
El pueblo busca un sello, un estilo de vida un signo en su frente.
Crear, crear es la llamada en sus corazones de intención ferviente.
Empiezan la rueda y los carros, las escuelas y los estudiantes.
En su diario trajinar se guían con el Bristol almanaque.
Y Empiezan máquinas hidráulicas el aserrío de madera,
Y el aserrío manual del pino en medio del canto de la selva.
Y el sembrío del fríjol nativo y del maíz de porte elegante.
Aparecen los grupos teatrales y nos visitan los circo teatros.
El circo teatro Blanfar de gitanos y la compañía Ricaurte.
Y no nos incomodaba ver mil veces Genoveva de Brabante.
Y se quedaron a vivir en el pueblo en su plaza en su barco.
El grupo Adalides de la Juventud hace teatro nativo.
Y Don julio Rosero insigne maestro del teatro enseña.
Y Colón empieza a brillar y en su historia a dejar huella.
Y Colón se hace gitano del teatro, haciendo teatro con brillo.
Luego con la planta Pelton.llega la luz eléctrica añorada.
Don Alfonso Martínez como hombre sabio la manejaba.
A pesar de que el único radio que se oía era el de una tienda.
Y el único teléfono del pueblo era el de la zona de carreteras.
Un hito y un lugar de reunión era en el banco de los riveras.
Lugar de reunión de los poetas y punto central de referencia.
Situado en la esquina mas alta del pueblo fue testigo de fiestas.
El lleva la memoria colectiva del pueblo su historia y su conciencia.
Allí se hablaba de noviazgos, de contratos y de proyectos.
Allí se reunían los bohemios y se comentaban los libros.
Allí los tríos aparecían y se hacían los discursos y versos.
En este banco se hizo historia de anécdotas de tiempos idos.
La vida cotidiana se reducía a la compra del pan en las tiendas:
De Doña Marieta Rivera, Lucila Muriel, Rebeca Polo y Victoria Mera.
Los quesos de exportación los hacía mi abuela Raquelita.
Y en el pueblo el pan y los quesos se pagaban cuando quiera.
La misa del Padre Marcelino de Castelví era la mas santa.
Allí con el incienso franciscano hacía milagros del alma.
Y el padre bendijo a Colón con gran devoción sabia y santa.
El padre Marcelino fue el guía, el maestro que nos enseñaba.
Su obra lingüística y etnológica perdura como faro de luz .
Fue el maestro en lógica y en metodología investigativa.
Y fue sabio enseñado el folclor y la esencia de la Santa Cruz.
Y nos hizo amantes de la ciencia y de la belleza de la amazonía.
Cabe resaltar el único granero de Don Miguelito Muriel Pabón.
Donde se compraba todo pesado en balanza pequeña y romana.
Allí había el jabón Reuter, el almanaque Bristol el kerosín y el jabón.
Allí se conseguía el café Kalifa en tubitos pequeños y las pizarras.
Allí se conversaba de historia y se hacían poemas sin afán.
Allí, se comentaban las noticias de los líderes; de Gaitán.
Allí en el único radio del pueblo se escuchaba a Pacho Galán.
Y en la música de Lucho Bermúdez se percibía el perfume nacional.
Allí en el granero se vendía manteca vegetal marca la Garza.
Kola Granulada, anís estrellado, cominos y cigarrillos Pielroja.
Emulsión de Scott, biberones, y para las aves había la granza.
Alli estaba el chocolate Cruz y Vencedor y cepillos para la ropa.
En el granero estaba el aroma del maíz y Maizena y el fríjol matambre.
De la Leche de Magnesia, del Dristán del Mejoral y de la avena.
Allí se percibía el aroma del agua florida de Murray y la Alucema.
Y aroma del Vick Vaporub y el Dolorán y Yodosalil para los calambres.
En el granero estaba el aroma del maíz y Maizena y el fríjol matambre.
De la Leche de Magnesia, del Dristán del Mejoral y de la avena.
Allí se percibía el aroma del agua florida de Murray y la Alucema.
Y aroma del Vick Vaporub y el Dolorán y Yodosalil para los calambres.
Allí todo lo expresaba el olor de la canela cuando vino el progreso.
Allí nos despedimos del viejo pueblo para dar paso al pueblo nuevo.
Allí miramos los últimos almanaques de Cartagena y de su puerto.
Allí se quedó la historia viva y los recuerdos creo del mejor tiempo.
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